miércoles, 15 de mayo de 2013

Capítulo 1



 Una concepción distinta del mundo, moldeada a base de demasiada voluntad mal enfocada, de una vida de amaneceres ilusos, multitud de sueños encerrados en un baúl olvidado que custodia la cordura, besos a contra reloj y la espera de un momento que jamás llega.

En el lienzo del horizonte una ardilla jugaba al despiste con el pincel que dibujaba en los ojos de Yeyé aquel idílico paisaje,  ante un silencio que sólo rompía el bastón del anciano al andar y una brisa que acariciaba a la tierra y llenaba los pulmones de un aire puro que sólo los necios lo desaprovechaban fumando.

Sus arrugas eran renglones de su vida que se habían torcido a voluntad del tiempo que los moldeaba, otorgando al anciano de la sabiduría que le caracterizaba. Tenía el pelo negro, una barba tupida y un cuerpo bastante destruido por la edad y su capacidad para echar por tierra menospreciando cualquier diagnóstico médico.

Hay gente que tiene un cementerio de sueños bajo la almohada. Sueños que dejan de perseguir al inclinarse de la cama porque” los sueños sueños son” y no hay peor verdugo para las ilusiones que las ataduras.

Yeyé no era así.